Cuando comenzamos un proceso de reducción del consumo de carbohidratos, el cuerpo requiere cierto tiempo para usar adecuadamente los nuevos combustibles. El cerebro tarda varios días en elevar su consumo de grasas, y los músculos requieren también un periodo de adaptación para utilizar eficientemente ácidos grasos.
Todos estos cambios pueden dar lugar a síntomas como:
- Fatiga o letargo general.
- Antojos por cosas dulces.
- Falta de concentración y rendimiento mental.
- Mareos.
- Irritabilidad.
- Palpitaciones.
- Problemas estomacales.
- Dolores musculares.
- Problemas para dormir.
Algunas personas no experimentan ninguno de estos síntomas y otras los experimentan casi todos. Como regla general, cuanto más inflexible sea tu metabolismo más severo serán tus síntomas.
La duración de esta especie de gripe también varía con la persona. En algunos casos se limita a dos o tres días, y en otros se puede extender varias semanas, aunque en la mayoría de los casos no suele superar una semana.
Una primera estrategia para reducir los síntomas es realizar una disminución gradual del carbohidrato. Es más probable que tengas problemas si pasas de golpe de 300 gramos de carbohidrato diario a solo 30, que si los reduces paulatinamente. Por este motivo se recomienda comenzar con dos semanas de transición en las cuales se disminuye el consumo de carbohidratos de manera progresiva.
Muchos de los síntomas tradicionales están ligados a la pérdida inicial de electrolitos. Aumentar el consumo de los electrolitos clave (como sodio, potasio y magnesio) es fundamental para mitigar los síntomas.
Algunas ideas generales para mitigar síntomas:
· Bebe más agua y electrolitos. Beber de 2 a 4 litros durante las semanas de adaptación Y por supuesto debes contar el agua en infusiones, café o caldos.
· Haz actividad física. El ejercicio mejora la flexibilidad metabólica y acelera la adaptación muscular, potenciando por ejemplo el desarrollo de nuevas mitocondrias y el uso de ácidos grasos como combustible.
Fuente:
De cero a ceto
